INGREDIENTES: Para 2 personas: ½ calabacín, ½ cebolla, 100 gr salmón ahumado, 5 huevos, pimienta, aceite de oliva, sal, 3 cucharadas soperas de leche y trufa rallada.

PRIMERO.- Lava el calabacín, sécalo y córtalo en rodajas de no más de 1 cm de grosor. Pon una sartén al fuego con un par de cucharadas de aceite de oliva. Vamos a pocharlo sin que llegue a tostarse, así que hazlo a fuego medio bajo.


SEGUNDO.- Cuando lleve el calabacín unos cinco minutos en la sartén, pela la cebolla, córtala en juliana y únela al calabacín. Remueve para que se impregne todo del aceite. Queremos que tanto la cebolla como el calabacín queden blandos y melosos, sin que pierdan toda su agua, así que puedes tapar la sartén y poner calor al mínimo durante una buena parte del proceso. De todo modos, estate pendiente para que no se dore. Ponle sal.


TERCERO.- Mientras se hace la verdura, corta el salmón ahumado en trozos que no sean muy pequeños. Mira la foto. Yo diría de 2×2 cm, más o menos. Resérvalo.
CUARTO.- Cuando la verdura esté hecha, pásala a un colador sobre un bol para que escurra todo su jugo y el aceite que te puede servir para cualquier guiso que vayas a hacer en breve y si no, pues deshazte de ello.



QUINTO.- Vamos ya a hacer el revuelto echando 5 huevos en un bol, la leche, sal y pimienta negra molida (con prudencia para que no mande mucho esta última). Usa la varilla para mezclar todo pero no lo batas demasiado porque resultará más seco y buscamos cierta jugosidad. Agrega ahora la cebolla y el calabacín y mezcla con mucho mimo para que no se nos haga todo un puré.



SEXTO.- Ponemos la sartén al fuego con un hilo de aceite de oliva. Mira la foto, porque no queremos aceitarlo demasiado. Y cuando esté caliente, echa el contenido del bol y no pares de remover con la cuchara de madera. Mueve también la sartén tratando de saltearlo para que se vaya troceando el huevo que se está cuajando, para que no se convierta eso en una tortilla.
Como casi todo en cocina, el punto de los revueltos va en gustos. Yo los prefiero poco hechos de forma que quede una salsita (muy poca) a base del jugo que aún soltará la verdura mezclado con algo de huevo sin cuajar. Mira la foto para que veas lo que te digo. Si lo prefieres sin jugos, pues aguántalo unos segundos más en la sartén.



SÉPTIMO.- Como el salmón ahumado no necesita ser cocinado, échalo una vez hayas apagado el fuego y mézclalo con todo el revuelto aprovechando el calor residual.

OCTAVO.- Ya sólo te queda emplatarlo y rallar trufa por
encima. Evidentemente, este detalle es prescindible, pero si tienes la ocasión, no dejes de hacerlo porque el aroma y sabor que aporta este hongo es sencillamente espectacular. Prueba y verás qué diferencia.

Todos los revueltos tienen un inconveniente: que se enfrían enseguida y este de calabacín y salmón no es una excepción, así que procura que los comensales estén ya en la mesa. Te aseguro que éste es un gran entrante, sencillo y lleno de sabor y aromas. H2010/R2109.