INGREDIENTES: Para 2 personas, 3 alcachofas frescas, medio limón, sal gruesa, aceite de oliva virgen extra y taquitos de jamón serrano (o lascas de ibérico…).

PRIMERO.- Para empezar habrá que limpiar y sanear las alcachofas. Quita a mano las hojas exteriores de la alcachofa. Arranca sin miedo todas las que sean duras y secas hasta que veas que ya cuesta trabajo separar unas de otras porque son muy tiernas y están bien unidas entre sí. El color también cambiará y pasará del típico “verde alcachofa” a uno más clarito, incluso amarillo. Ya hemos llegado al corazón, que es lo que buscábamos. Ya; ya sé que hemos desperdiciado casi la mitad, pero no hay más remedio. Y no vayas a intentar hacerlo con las enlatadas o ultracongeladas porque –aun siendo buenas- ni saben igual ni su textura te permitirá trabajar con ellas.

SEGUNDO.- Con ayuda de una puntilla afilada pela el pedículo y el tallo, pero no elimines este último porque está riquísimo.
TERCERO.- Frota cada alcachofa pelada con medio limón y exprime el otro medio en un recipiente con agua. Echa ahí cada pieza según la vayamos saneando y mantenlas ahí mientras trabajamos con las otras porque se oxidan muy rápidamente y toman un color marrón oscuro nada apetecible.
CUARTO.- Con un cuchillo cebollero bien afilado cortaremos el extremo de la corona superior que también tiene hojas muy duras y secas.

QUINTO.- Pon la plancha a calentar y mientras tanto, saca una alcachofa del agua, escúrrela bien y apóyala sobre la mesa con el tallo hacia arriba. Sujétala y córtala en lonchas finas, como de medio centímetro. No es fácil y saldrán unas más gruesas que otras, pero tampoco importa mucho si como a mí, te gusta la verdura al dente.

SEXTO.- Pon unas gotitas de aceite de oliva pobre la plancha y coloca la loncha justo encima. Haz lo mismo con todas las demás y ten en cuenta que han de hacerse muy despacio para que se enternezcan. Lo ideal es calentar bien la plancha y bajar el fuego al echarlas para que se hagan despacito por ambos lados y alcancen un bonito color dorado o tostado, quedando tiernas. Ten cuidado al darlas la vuelta porque son muy frágiles y se deshacen.


SÉPTIMO.- A medida que vayan estando pásalas a una fuente y ponle por encima unos taquitos de jamón serrano y algo de sal gorda. Muy poquito, que el jamón ya sala…
Ni que decir tiene que si estáis espléndidos o lo requiere la ocasión, basta con sustituir los taquitos de serrano por unas lascas pequeñas de ibérico para convertir este entrante en algo verdaderamente notable. H1701